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Foto del escritorTomás Morales y Durán

Cuatro Nobles Verdades

Simple resulta explicar el núcleo de la Enseñanza buddhista siempre y cuando quien lo escuche entienda que la experiencia de la vida está llena de problemas, malestar, dolor y angustia en contraste con momentos de satisfacción. Para entender que hay problemas es imprescindible experimentar momentos agradables: para los que su vida es un infierno hablar de contrariedades carece de sentido, porque no conciben su ausencia. De igual forma, para aquellos cuya vida es una sucesión de experiencias placenteras, la angustia es un término inexplicable. Por eso, la Enseñanza es comprensible cuando la satisfacción y el malestar están mínimamente balanceados.

Esta es la primera noble verdad.

Basta con fijarse en toda experiencia y analizar su naturaleza. Toda experiencia está condicionada, no hay magia. Las cosas pasan porque se han dado todas y cada una de las causas precisas para que se den y se mantienen mientras no aparezca otra causa que lo desbarate todo. Por tanto, toda experiencia es una zozobra. Este es el origen de la angustia.

Esta es la segunda noble verdad.

Nacer trae arrastradas todas las experiencias y con ellas, las congojas. Si no se nace, nada de esto se experimenta. Por tanto, el fin de toda angustia para por evitar nacer. Y ¿cómo se evita nacer? Es evidente que lo que existe, experimenta. Y para poder experimentar, la existencia condiciona el nacimiento. Si existes, naces. Así que si eliminas la existencia, eliminas el nacimiento y con él la insatisfacción que acarrea todo lo condicionado. Es decir, si dejas de existir escapas a la condicionalidad.

Esta es la tercera noble verdad.

Si has nacido es porque existes. Y existes porque quieres seguir amarrado a la existencia porque eres un ignorante. La ignorancia es la que te mantiene existiendo condicionado a seguir sufriendo. Acabar con la ignorancia es el medio para arrancar la existencia.

Esta es la cuarta noble verdad.

Lo cierto es que son soluciones radicales y definitivas. La Enseñanza no sirve para aliviar ni para consolar y mucho menos para tratar de hacer agradable lo que es intrínsecamente doloroso.

El campo de trabajo está en ti y eres tú el que tiene que eliminar las cinco capas de ignorancia una a una para llegar a la existencia y poder extirparla. Para ello, o bien lo haces tú por tus propios medios investigando la forma de hacerlo o bien recurres a alguien que sabe hacerlo y puede ver dentro de ti para guiarte.

Simple.

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