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Foto del escritorTomás Morales y Durán

Magnitudes Condicionadas

Copyright © 2019 Tomás Morales Duran. Todos los Derechos Reservados

Que todo en el Samsara es condición que condiciona, pero a la vez está condicionado es la regla de oro. Nada escapa a eso, ni siquiera aquello que podríamos considerar que “está ahí”. Que las cantidades varíen es una evidencia, pero que las magnitudes también, puede no parecerlo.

Cada vez que nos referimos a una medida tenemos el escalar, un número adimensional que indica una cantidad multiplicado por una magnitud que nos proporciona la calidad. Si hablamos de una masa de 5 kg tenemos el número 5, que en sí mismo significa una cantidad, de cualquier cosa, y kg que indica que tratamos de masa. Igual con el metro, o el segundo. Estas son las magnitudes, y estas tres configuran la base del sistema internacional MKS, de metro-kilogramo-segundo. Aparte de estas unidades se incluyen con primitivas el amperio, el kelvin, el mol y la candela. A partir de aquí todas las demás son derivadas.

Las magnitudes condicionan lo que entendemos como física. Es su cualidad.

La condicionalidad de las magnitudes viene de dos fuentes diferentes. La primera se refiere al observador. Por ejemplo:

La longitud se mide con el metro (m), y se define como la “longitud del trayecto recorrido por la luz en el vacío en un intervalo de tiempo de 1/299 792 458 segundos”.

Bien, pero ¿visto por quien y dónde, con qué masa y a qué velocidad?

La misma luz, el fotón, carece de tiempo. Un fotón recorre una distancia infinita en un tiempo nulo, porque va a la C, la celeridad de la luz, por lo que su propio reloj está parado, y en un reloj parado puedes recorrer cualquier distancia instantáneamente.

Si tenemos una barra de un metro y la aceleramos cerca de C, ella sigue midiendo un metro, pero alguien en reposo la verá que encoge hasta desaparecer si llegara a C. A esa velocidad no hay metros, ni hay segundos. Y a masa sería infinita, es decir, nada con masa puede alcanzar C.

Depende de quien observe las cantidades varían, pero incluso llegan a desparecer.

Por ejemplo, el kelvin que mide la temperatura. ¿Qué temperatura tiene el fotón? Es una pregunta sin sentido.

La segunda fuente de condicionalidad es mucho más radical. Depende del vacío.

El vacío es una sopa en ebullición de partículas virtuales, así llamadas porque aparecen y desaparecen tan rápidamente que no se pueden llegar a medir, aunque, a veces sale de él alguna partícula elemental y ahí queda. El vacío no está realmente vacío, sino que contiene ondas electromagnéticas fluctuantes y partículas que saltan dentro y fuera de la existencia. El vacío es un objeto físico, se puede cargar de energía y convertir en varios estados distintos.

Y existen vacíos diferentes. El tipo de partículas elementales, su masa y sus interacciones, están condicionados por el vacío subyacente. El vacío es la base que sustenta las propiedades de la física.

Y aquí tenemos la fuente de la condicionalidad absoluta.

El vacío de este universo es el de menor nivel energético y se llama vacío verdadero o vacío cósmico. En este vacío las tres fuerzas, electromagnética, nuclear débil y nuclear fuerte son diferentes. Este vacío condiciona el modelo estándar que es el conjunto de partículas que configuran este universo.

Pero hay más vacíos. El vacío electrodébil tiene un nivel energético muchísimo mayor que el cósmico, de forma que cada centímetro cúbico contiene diez mil trillones de kg de energía, o sea 1022 kg, que mediante la fórmula

E = m.C2

No da una energía por centímetro cuadrado de

E = 9.1026 W

Dicho de otra forma. De colapsar un solo cm3 de vacío electrodébil en vacío verdadero, se libera esa enorme cantidad de energía.

Para hacernos una idea, como la energía liberada por el Sol es de 2,5.1022 N m/s por segundo, la energía de un centímetro cúbico de vacío electrodébil equivale a toda la energía del sol liberada en 36.000 segundos, o sea, 10 horas.

La vida es ese vacío es extraña. Las fuerzas electromagnética y nuclear débil poseen la misma fuerza y se manifiestan como partes de una sola fuerza unificada. En este vacío, los electrones tienen una masa igual a cero y no se los puede distinguir de los neutrinos. Se mueven a la velocidad de la luz y no se vinculan a ningún núcleo para formar átomos. El modelo estándar aquí se reduce considerablemente. Este vacío es incompatible con la materia, no hay elementos químicos. Es evidente que las magnitudes son diferentes.

Pero existe un vacío mucho más energético, el vacío de la gran unificación, donde las tres fuerzas son iguales y los neutrinos, los electrones y los quarks son lo mismo. La energía de este vacío es descomunal, de 1051 kg por centímetro cúbico. Aquí las comparaciones son tales que podemos decir que el colapso de un cm3 de vacío de la gran unificación nos daría un vacío verdadero más una bola de fuego de partículas elementales del tamaño de la décima parte del Universo.

Y los vacíos colapsan. Es su tendencia natural entrópica. Van a más desorden, a más partículas. Como vemos, esta loca carrera hacia el desastre del desorden se lleva por delante a cualquier cosa que pudiéramos considerar «estable» o que «es así». Ni escalares ni magnitudes. Todo es polvo en el viento.

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