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Foto del escritorTomás Morales y Durán

Del Infierno al Cielo

Culturizados durante siglos acerca de los conceptos “infierno” y “cielo” solemos estar condicionados a pensar que el infierno es un lugar de fuego y azufre, mientras que el cielo es algo más frío, azul y con nubes blancas. Esto ha venido siendo así desde antiguo y para civilizaciones de climas cálidos, para los que el calor extremo, el fuego, representa algo repulsivo en extremo. En cambio, para las culturas nórdicas el infierno es helado, precisamente por lo mismo. Resultaría gracioso tratar de asustar a un vikingo con un infierno caliente o a un judío o árabe con un infierno fresquito Infierno y cielo son reales, tan reales como el plano donde nos movemos. Estos planos los llama el Buddha moradas o estaciones y, como vimos, son las posibilidades que el Samsara ofrece para su experimentación. La pregunta puede parecer obvia, pero no deja de ser interesante: ¿Qué diferencia el Infierno del Cielo de los Devas? Antes de responder, vamos a analizar la naturaleza de las diferentes moradas del Samsara. El infierno se distingue de las demás en su mayor nivel de ignorancia, o sea, entropía o  caos. Los diferentes planos dévicos van teniendo menores niveles de ignorancia o caos según ascendemos. El plano humano se sitúa en un lugar intermedio. Mayor nivel de caos no es más que mayor imprevisibilidad. Vivir en un mundo muy imprevisible es mucho más penoso que hacerlo en otro muy previsible si consideramos constante el factor apego. Si recordamos el mecanismo del sufrimiento se produce por la distorsión entre lo que se ha previsto y lo que realmente sucede y en esto, el apego (o aversión que técnicamente es lo mismo) es el otro factor. Los seres gustan de apegarse porque les da felicidad, seguridad, tranquilidad, pero al ser su morada más o menos imprevisible, esa seguridad se rompe debido a que prever el futuro no es posible. Así, a un futuro más imprevisible corresponde un mayor nivel de estrés, tensión y sufrimiento. Incluso en los peores entornos, se busca apegarse a algo, a lo mínimo, incluso a la continuidad del sufrimiento. Pero la falta de previsibilidad incide en mayores tasas de sufrimiento sin que ni siquiera pueda llegarse a la saturación total. Rendirse no sirve de nada, el estrés se hace continuo y se mantiene en aumento según aumente el nivel de caos donde el ser more. El infierno, al ser un conjunto de niveles a cada cual más caótico, el estrés es mayor según descendemos de nivel. Sin embargo, según ascendemos en las esferas donde moran los devas, vimos que la Ignorancia es cada vez menor, por lo que la imprevisibilidad, de entropía, es muy pequeña y a un nivel de apego constante, a mayor nivel, menor sufrimiento. En las más altas esferas, solo la muerte del deva acarrea un verdadero estrés. El plano humano es relativamente imprevisible por lo que el sufrimiento, en un nivel de apego dado, es intermedio. Viendo esto, la respuesta a la pregunta es algo que podríamos denominar «Tasa de Cambio», “Factor de Entropía” o “Factor de Caos” o “Índice de Imprevisibilidad”. Pero, hay más. Dado una Tasa de Cambio fija, el sufrimiento final dependerá de la tendencia al apego que tenga cada ser individual. Y aquí también la ignorancia juega un papel fundamental: a mayor nivel de ignorancia mayor tendencia al apego. Esto es evidente: solo alguien ignorante puede apegarse a algo cambiante a pesar de la necesidad de control, de seguridad, de esperanza. Porque la esperanza no es más que una clase de apego. En el infierno la ignorancia es muy alta, por lo que la necesidad de apego también lo es. Así que si multiplicamos los factores Tasa de Cambio * Apego nos da un factor de sufrimiento multiplicado. Por el contrario, en los cielos de los Devas, aunque el apego sea alto al ser la Tasa de Cambio muy pequeña, el resultado es un sufrimiento minúsculo. De nuevo el plano humano es intermedio. Los Nobles son aquellos seres cuya tendencia al apego es muy pequeña, los Anagamis lo tienen suprimido y los Arahants también la ignorancia. Un Arahant desprovisto de ignorancia es inmune al Samsara, ni por parte de la Tasa de Cambio ni por parte del apego. Nibbāna, no movimiento, es por definición un entorno donde la Tasa de Cambio es nula y además donde la ignorancia no existe. Por tanto, es la suma perfección. Mantenerse en el Samsara carece de sentido y no entender la urgencia de salir de él es pura Ignorancia que, efectivamente, ata a él. No alabo nada que lleve a un solo momento más de existencia…

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