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Arroz con Leche


Copyright © 2023 Tomás Morales y Duran. Todos los Derechos Reservados


«¿Podría haber otro camino para el despertar?».


En este punto, desechó la hipótesis inicial: «el placer no se obtiene más que por el dolor». En este punto acabaron las ocurrencias. Tenía treinta y cinco años y hacía seis que salió de casa.

Entonces se acordó de una ocasión en la que estaba sentado a la sombra bajo un árbol de pomarrosa mientras su padre araba. Mientras estaba sentado allí, totalmente apartado de los placeres sensoriales, apartado de los vicios, entró y permaneció en la primera jhāna, que tiene el placer, la felicidad y la alegría que surgen del recogimiento, mientras dirigía la mente y la mantuvo concentrada.


«¿Podría ser éste el camino hacia el despertar?».

De ese recuerdo surgió la comprensión:

«¡Ese es el camino hacia el despertar!».


Esto se le ocurrió:

«¿Por qué debo tener miedo de este placer, ya que no tiene nada que ver con placeres sensoriales o con defectos demeritorios?».


Esto se le ocurrió:

«No le temo a ese placer, ya que no tiene nada que ver con placeres sensoriales o con defectos demeritorios».


El futuro Buddha sabía que los placeres de los sentidos son parte del mundo, son parte del problema. Pero los placeres que no provienen de los sentidos, que se producen sin la intervención de éstos, sin defectos demeritorios no tiene por qué temerlos ni rechazarlos.

El placer, la felicidad, la alegría son descargas de neurotransmisores (dopamina, serotonina y anandamida respectivamente). Si no proceden de la estimulación de los sentidos, deben ser directamente inducidos.


Curiosamente, la generación directa de neurotransmisores no provoca apego o adicción, que sí sucede cuando se utiliza su estimulación sensorial indirecta, sino más bien hastío y hartura.

Esto tiene que ver con la forma de funcionamiento del sistema límbico, la parte más primitiva del cerebro, que heredamos de los primero anfibios, que da órdenes de premio o castigo mediante la modulación de estas sustancias. Si la activación es directa se recapta limpiamente todo lo que se produce, sin causar esos síndromes de abstinencia que genéricamente llamamos sufrimiento.


Para producir serotonina se necesita el aminoácido esencial llamado triptófano y para la dopamina, además del aminoácido condicional llamado tirosina, se necesitará glucosa y vitaminas del grupo B.

El triptófano es esencial porque el cuerpo no lo produce y debe ser adquiridos mediante ingesta, y la tirosina es condicional porque sucede lo mismo en caso de deficiencias graves o situaciones de estrés, lo que era el caso.


El resto de neurotransmisores necesarios: anandamida, epinefrina y las encefalinas pueden producirse con los precursores que el propio cuerpo produce. Pero como el futuro Buddha estaba muy demacrado tuvo que recurrir a adquirir dichos aminoácidos esenciales a través de la ingestión de odanakummāsaṃ, literalmente «arroz hervido en dulce de leche cuajada», o sea, arroz con leche.


El arroz con leche es un postre tradicional saludable. Una ración de arroz con leche aporta, entre otros, los siguientes nutrientes esenciales: Energía: 395 kilocalorías. Hidratos de carbono: 74 gr. Proteínas: 7,90 gr. Grasas: 6,70 gr. Minerales: entre los que destacan el calcio (225 mg), yodo (20 mg), magnesio (33 mg), potasio (313 mg), fósforo (49 mg), selenio (5,50 mg), zinc (1,30 mg) y hierro (1 mg).

Vitaminas: entre las que destacan la vitamina A (76,90 µg), vitaminas del grupo B como la B1 (0,09 mg), B2 (0,33 mg), B9 o ácido fólico (17,89 µg) y vitamina D (0,05 µg).

También es un postre muy rico en diferentes aminoácidos, entre los que podemos mencionar alanina, arginina, fenilalanina, glicina, histidina, leucina, metionina, tirosina, triptófano, valina y treonina.


Esto se le ocurrió:

«Ahora no es fácil alcanzar esa felicidad sometiendo así al cuerpo a una extrema caquexia. ¿Y si tomara alimento material, arroz con leche?».

Así que tomó alimento material, arroz con leche.


El Buddha no come cualquier cosa, sino específicamente el cóctel de químicos preciso para sintetizar los neurotransmisores que necesitará para proteger al cerebro en el estado de anoxia que dará paso a las jhānas.


Entonces, en ese momento, los cinco bhikkhus que le estaban asistiendo y que pensaban: «Cuando el recluso Gotama gane el Dhamma, nos lo anunciará», cuando le vieron tomar alimento material, arroz con leche, estos cinco bhikkhus se volvieron hacia él con disgusto, diciendo: «el bhikkhu Gotama vive en la abundancia, está flaqueando en su esfuerzo, se ha entregado a una vida de complacencia».

Así que le abandonaron. Lo que hace el no saber…

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