La Conciencia es la que coagula la realidad, su realidad. Por tanto, hay una realidad por cada conciencia. Cada cabeza es un mundo, cada cabeza vive en su mundo. Y todos esos mundos son distintos. Inmersos en una realidad subjetiva creyendo que todos comparten su realidad. Como el soñador que sueña que todos sueñan su sueño, todos sueñan que comparten el mismo sueño. Y lo que comparten son versiones caleidoscópicas de las mismas mentiras.
Pesadillas que se reinventan, ansias que se regeneran. Boqueando por un poco de aire dentro de una apnea crónica. Se revuelven, sufren, se agitan, se angustian, se desesperan, se atormentan.
La Realidad no se parece a ese inmenso y agónico dormitorio comunal, por donde paseas sorteando patadas, puñetazos al aire en medio de gritos estentóreos.
Tienen una extraña enfermedad del sueño. No hay manera que despertarlos.
Ni a patadas.
Solo queda arroparlos para que no se enfríen en su eterna noche de la muerte.
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