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Foto del escritorTomás Morales y Durán

Simpatía por el Diablo

Muchas veces hemos oído hablar de la inmensa compasión del Buddha sin entender realmente su verdadera dimensión.

Para hacer una aproximación hay que considerar que el camino de la iluminación tiene como principal característica la imposibilidad de realizar determinadas acciones según se va avanzando en él. Hitos importantes son la incapacidad de considerar un “yo”, soportar ritos y ceremonias como algo más que puro folklore, tener dudas, la imposibilidad de cualquier clase de apego y de aversión y, por último, hacer nada movido por la ignorancia.

La ignorancia es el enemigo a batir en la lucha por salir del Samsara.

El mal es una forma de ignorancia, pero no es la más grave. La tontería considerada como discapacidad de pensar, de razonar, de seguir la lógica es mucho peor.  Para ilustrarnos los suttas nos remiten a la historia de Angulimala.

En ese tiempo, en el reino del rey Pasenadi de Kosala vivía un bandido de nombre Angulimala, quien era un asesino, un hombre brutal y sangriento, dado a la violencia y despiadado con los seres vivos. En esa época, destruía las campiñas, las ciudades y hasta pueblos enteros. Constantemente, estaba asesinando gente, ataviándose con una guirnalda hecha de los dedos [de sus víctimas].

Colección de Discursos de Mediana Longitud Angulimala Sutta, MN 86

Angulimala fue un ladrón y asesino que fue convertido por el Buda en el vigésimo año de su ministerio, y que más tarde se convirtió en un arahant.

Como resultado de sus actos, pueblos enteros quedaron desiertos, y el rey ordenó un destacamento de hombres para apoderarse del bandido. Aṅgulimāla se convirtió por el poder del Buda y recibió el » ehi bhikkhu pabbajjā » mientras el populacho gritaba en el palacio del rey por la vida del ladrón. Más tarde, el Buda lo presentó ante el Rey Pasenadi cuando este último vino a Jetavana, y Pasenadi, lleno de asombro, se ofreció a proporcionar al monje todos los requisitos. Aṅgulimāla, sin embargo, había tomado los dhutangas y rechazado la oferta del rey. Cuando entró en Sāvatthī en busca de limosnas, fue atacado por la mafia, pero bajo la admonición del Buda, soportó su ira como penitencia por sus fechorías anteriores. Él alivió los dolores de parto de una mujer por un acto de verdad.

Aṅgulimāla era malo, muy malo. Sin embargo, logró lo máximo, el arahantado. Ahora lo vamos a contrastar con otra figura del Canon Pāli, una figura muy querida, Ananda el asistente del Buddha y responsable de la ponencia de suttas en el llamado Primer Concilio.

Ananda era la persona más cercana físicamente al Buddha, estaba con él en la mayoría de las ocasiones y le acompañaba a todas partes. Ananda era una buena persona, llena de cualidades, de confianza e ilimitadamente amistosas. Sin embargo, era tonto. Por mucha cercanía que llegó a tener con el Buddha no se iluminó.

«Entonces venerable Ānanda, después de entrar al lugar de vida, y recostada contra el dintel de la puerta, se quedó allí llorando: «¡El Maestro alcanzará la Emancipación Final mientras todavía soy un aprendiz con mucho que hacer, el que tiene compasión de mí!»

Entonces el Bienaventurado se dirigió a los monjes, diciendo : «¿Dónde, monjes, está Ānanda?»

«Este venerable Ānanda, reverendo señor, después de entrar en el lugar de vida, y apoyado en el dintel de la puerta, está allí llorando: ‘El maestro alcanzará la emancipación final mientras yo soy un aprendiz con mucho que hacer, aquel que tiene compasión por ¡yo!'»

Entonces el Compasivo se dirigió a un cierto monje, diciendo : «Ve, monje, y en mi nombre dirígete a Ānanda, diciendo : ‘El Maestro, amigo Ānanda, te está llamando'».

«Muy bien, reverendo señor, y después de responderle al Gracioso, se acercó al venerable Ananda, y después de acercarse, le dijo esto al venerable Ananda:» El Maestro, amigo Ānanda, te está llamando «.

«Muy bien, amigo», dijo el venerable Ananda, y después de responder a ese monje, se acercó al Compasivo, y después de acercarse y adorar al Bienaventurado, se sentó a un lado. Mientras estaba sentado de un lado, el Compasivo le dijo esto al venerable Ānanda:

«Basta, Ānanda, no te aflijas, no te lamentes, ¿no te lo advertí cuando afirmé: ‘hay alteración, separación y mutabilidad en todo lo que es querido y atractivo’. ¿Cómo puede ser de otra manera, Ānanda, por lo que se obtiene, nace, se vuelve, se condiciona, está sujeto a la disolución? No es posible decir esto: ‘El cuerpo del Realizado no debería disolverse’.

Durante un largo tiempo, Ānanda, viviste cerca del Realizado con acciones corporales beneficiosas, placenteras, dignas de confianza e ilimitadamente amistosas, con acciones del habla beneficiosas, agradables, confiables e infinitamente amistosas, beneficiosas, agradables, confiables e ilimitadas. acciones mentales amistosas, has hecho obras meritorias, Ānanda, ¡deberías dedicarte a esforzarte rápidamente por ser una persona libre de contaminantes! «

Colección de Discursos Largos Parinibbana Sutta, DN 16

Un Buddha perfectamente iluminado no puede iluminar a otros y  la tontería es muy eficaz contra cualquier progreso.  Vemos que todo lo que se le ocurrió es pedirle al Buddha que no se muriera…


Estos dos personajes son extremos de lo que podríamos hablar del mal y del bien. Y nos sirve para darnos cuenta que ser “buenos” no sirve de nada, ser “malos” no nos incapacita. ¿Entonces?

La iluminación es una lucha contra la Ignorancia. El mal es una clase de ignorancia y el bien también.

¿Cómo es eso?

El que hace acciones malas, el mal le vuelve indefectiblemente. El que hace acciones buenas, por hacerlas, ya está pagando por adelantado en el momento de hacerlas. Ambas acarrean malas consecuencias. Por eso, el bien es evitar el mal. Y el último objetivo de la ética es no hacer nada y si se hace algo que no sea movido por la Ignorancia.

Otro interesante aspecto a considerar es que en el desarrollo de los diferentes niveles de iluminación, según se van erradicando impurezas y la realidad se vive de forma diferente se pasa de la compasión hacia el  que sufre a una auténtica repulsión.

En estados iniciales no es difícil establecer una empatía con el sufriente porque se entiende el sufrimiento, se entiende lo que se sufre porque el apego se comprende y la aversión también. Por lo tanto, no es difícil ponerse en los zapatos del otro y entenderle. Y como la compasión, además, aporta felicidad ser compasivo es fácil y parece beneficioso y lógico.

Después, cuando la felicidad desaparece al erradicarse la aversión y el apego, se pasa a no comprender al que sufre.  Y más allá, cuando se llega al final, al arahantado y la ignorancia se erradica en ese momento en el sufrimiento solo se ve ignorancia pura y en los sufrientes se ve solo a tontos que les gusta pasarlo mal, que lo hacen porque quieren y osan reclamar que quieren seguir en el juego, mientras lloran y berrean. Y además, ni escuchan ni entienden. Zombies alienados masoquistas estúpidos que solo lloran y gimen. Dormidos cuyo sueño alimenta su condena a dar vueltas en el Samsara.

Y aquí vemos a infinita compasión del Buddha. ¿Para qué ponerse a enseñar el Dhamma?

“Entonces, consideré esto: ‘Este Dhamma alcanzado por mí es profundo, difícil de ver, difícil de entender, apacible, excelso, que trasciende la dialéctica, sutil, inteligible para aprender. Sin embargo, esta generación se deleita en los placeres sensuales, está habituada a deleitarse en los placeres sensuales y se regocija en los placeres sensuales. Y para una generación que se deleita en los placeres sensuales, que está habituada a deleitarse en los placeres sensuales y se regocija en los placeres sensuales, sería un asunto muy difícil el ver la verdad, o sea, la condicionalidad y el surgimiento dependiente. También sería un asunto muy difícil de ver, calmar las formaciones mentales, renunciar a todos los apegos, destruir la avidez, alcanzar el desapasionamiento, el cese, el Nibbana. De modo que, si yo enseñara este Dhamma a otros y ellos no me entendieran, esto podría llegar a ser una fatiga para mí, podría llegar a ser una vejación para mí’.

Colección de Discursos de Mediana Longitud Bodhirajakhumara Sutta, MN 85

Enseñar a gente que no entiende es fatigoso y una vejación.

Sin embargo, un deva le hizo cambiar de idea, y se sumergió en el infierno de la Ignorancia durante los siguientes 45 años. Es lo peor que le puede pasar a un Buddha perfectamente realizado: convivir con la Ignorancia o lo que es lo mismo con el Diablo. Y todo esto, ¿para qué?

Nada gana con ello.

Ser empático con el que sufre es ser empático con la Ignorancia. ¿Tienes simpatía por el Diablo?

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